Es una enfermedad frecuente en la adolescencia, aunque también puede afectar en la adultez, y está caracterizada por la aparición de comedones (espinillas), pápulas rojizas (granos) y pústulas.
Las lesiones aparecen en el rostro y, en menor grado, en pecho y espalda. Es mejor acudir cuanto antes a recibir tratamiento, puesto que la principal complicación es la aparición de cicatrices.
Existen muchas razones que activan el desequilibrio hormonal que provoca el acné, desde una dieta con muchos azúcares hasta el estrés o la ansiedad propios de esta emergencia. Algunos de esos factores no se pueden controlar, pero un tratamiento oportuno sí puede evitar que el acné nos deje cicatrices en el rostro y afecte nuestra imagen y calidad de vida.
Tipos de acné: – Leve: se caracteriza por la presencia de comedones o espinillas. – Moderado: se presentan además pápulas y pústulas. – Severo: se presentan nódulos, quistes y abscesos.
La mejoría de los síntomas del acné puede demorar desde uno hasta varios meses, aunque, en la mayoría de los casos, la mejoría se presenta entre el primer y el segundo mes. Es necesario un tratamiento mínimo de 3 a 6 meses, adecuado y prescrito por un dermatólogo tras una cuidadosa evaluación. A los 3 o 6 meses, el médico evalúa al paciente: si hay avance, se continúa con el mismo manejo; si el acné está igual o empeora, se busca una causa secundaria (por ejemplo, hormonal) o se cambia de medicamento.
Para tratar el acné se recomienda mezclar tecnologías combinadas.
