El tratamiento con láser es la forma más cómoda y eficaz de eliminar tatuajes sin someterse a cirugía y, por tanto, sin que queden marcas o cicatrices.
La luz del láser Q-switch vaporiza y fragmenta el pigmento del tatuaje; el cuerpo absorbe esa tinta fragmentada de forma natural y el color desaparece gradualmente en las semanas siguientes.
Se obtienen mejores resultados en tatuajes de colores oscuros, especialmente el negro.
No borramos tinta celeste ni verde.
Las sesiones se realizan cada 3 a 5 semanas y el tiempo de recuperación aproximado es de 10 días.