Las manchas se producen por el exceso de melamina (sustancia que da color a la piel), estimulada por diferentes factores.
Estos incluyen el paso del tiempo, exposición al sol, cambios hormonales, uso de ciertos medicamentos, traumatismos o defectos congénitos.
Pueden tratarse casi todas las manchas, incluyendo las ocasionadas por la radiación solar y el paso de los años (léntigos), la pigmentación tras una inflamación, el melasma por cambios hormonales o factores genéticos, y las manchas de nacimiento.
Las manchas más comunes, como los léntigos, se eliminan en una, dos o más sesiones de diez minutos cada una; en el caso de manchas profundas, como melasmas o congénitas, son necesarias hasta ocho sesiones.
Durante el tratamiento se siente un leve calor en la zona tratada, que desaparece inmediatamente. Luego de cada sesión, queda un enrojecimiento superficial que se desvanece en menos de dos horas.
Este tratamiento ofrece una solución definitiva para las manchas más comunes; sin embargo, las manchas de nacimiento o el melasma crónico pueden reaparecer en menor intensidad tras varios meses, pudiendo repetirse el tratamiento para mejores resultados.
Es posible que tras retirar la mancha la piel tratada se vea más clara de lo normal; este es un efecto pasajero que desaparece luego de pocas semanas.
